Los binomios del arte (IV), Hoy: "El mundo contra Frank Zappa"

¿Tengo acaso que estar necesariamente equivocado sólo porque unos
pocos millones de personas piensen que no tengo la razón?”
Frank Zappa

Frank Zappa fue quizá uno de los músicos que tuvo mayor impacto en lo referido a libertad musical y de expresión. Su padre, Francesco Zappa Vicente, fue un químico extremadamente inteligente y meticuloso que trabajó para el programa de defensa norteamericano. Zappa vivió toda su infancia en Aberdeen –Maryland-, a escasos metros de la instalación más antigua del ejército de los Estados Unidos. Debido a esta cercanía y producto de los simulacros y experimentos allí realizados padeció de varias afecciones físicas, tales como asma severa, dolor de oídos, y problemas nasales causados ​​por la exposición al gas mostaza. Todo este influjo causó un gran resentimiento en el joven Zappa, formándole una postura negativa y oposicionista sobre el uso de armas químicas. A lo largo de su obra se pueden encontrar múltiples referencias en sus letras acerca de temas como gérmenes, guerra bacteriológica, y la industria en torno al FBI y departamento de defensa de los EE.UU.
Gran autor e intérprete, y con un bagaje musical y lírico de importancia, fue considerado chocante por la prensa no especializada de su país y excluído de los medios de comunicación masivos. Ya en su álbum debut incluyó una canción que ironizaba acerca de “Quién era la policía cerebro” y en 1968 satirizó a la cultura hippie como una motivación hacia el dinero y el beneficio, llegando incluso a ser investigado por el gobierno. No obstante, su música era extremadamente popular en algunos países europeos. 
El 4 de diciembre de 1971, Frank Zappa y The Mothers of Invention estaban realizando un concierto en el Casino de Montreux, cuando un miembro de la audiencia realizó un disparo con una pistola de fogueo hacia el techo del recinto, el cual tenía recubrimiento de ratán. El casino rápidamente se incendió y se quemó hasta los cimientos en cuestión de horas. La banda sobrevivió a la tragedia, pero todos sus instrumentos sucumbieron ante las llamas. Este evento sirvió como inspiración para la canción y posterior éxito de ventas “Smoke on the water” de la banda inglesa Deep Purple.
Una semana después del incendio del casino, Frank Zappa junto a su banda se presentaron en el Teatro Rainbow de Londres, con equipos de alquiler. Durante el primer bis del show, un miembro del público se precipitó al escenario y empujó a un desprevenido Zappa en el foso de la orquesta. Fue una dura caída y el músico estuvo a punto de morir: sufrió fracturas graves, traumatismo de cráneo y lesiones en la espalda, las piernas y el cuello. Su laringe fue aplastada, lo que provocó que se redujera su rango vocal tras la curación. Zappa tuvo la suerte de sobrevivir al evento y se vio obligado a utilizar una silla de ruedas durante un largo período de tiempo. El agresor -un hombre llamado Trevor Howell- alegó su ataque ante la prensa con el pretexto que el músico estaba mirando a su novia. Los dos acontecimientos tuvieron un impacto emocional en Frank Zappa y elevaron hasta niveles insospechados su paranoica hipótesis de que alguien había sido enviado para matarlo. 
Zappa es asistido tras ser empujado
por un "fan" en Londres
Tras una larga recuperación, Zappa logró forjar y mantener tener una carrera exitosa, pero fue vapuleado regularmente por los medios de EE.UU. debido a sus incisivas letras, llegando a declarar, irónicamente, "¿Qué piensa usted de una sociedad que es tan primitiva que se aferra a la creencia de que ciertas palabras de su lenguaje sean tan poderosos que puedan corromper a las personas al momento de escucharlas?"
En 1990, el músico fue diagnosticado con cáncer terminal de próstata, enfermedad que lo llevó a la muerte en 1993. Por alguna extraña razón fue enterrado en una tumba sin nombre en un cementerio de Los Ángeles. Muchas personas se han preguntado por qué a tan influyente artista no se le dio una lápida para su identificación. Muchas teorías se han barajado, algunas creíbles y otras que rozan la ciencia ficción; nada raro tratándose de un artista que trascendió géneros, inspiró (y aún inspira) a una innumerable cantidad de músicos, y hoy tiene ganado su lugar de leyenda en cualquier ámbito que se lo nombre.

MATT A. HARI


Sesiones en vivo (V), Hoy: CADENA PERPETUA y 114 ERRORES en Fede Bar (Santa Teresita, Bs.As) / 16-9-16

Yo tengo fuerzas todavía en el corazón, no me verán caer
-Cadena Perpetua-
Tu historia la construís vos (…) los sueños no pasan de moda
-114 Errores-

“Escucho a las rutas llamarme”, narró una vez un cantante argentino y en cierta forma graficó la urgencia del equipo de Macondo Blues por rodar a su encuentro. Esta vez, la excusa fue asistir a la localidad de Santa Teresita en la costa bonaerense. Pero, ¿para qué? Hasta allí nos dirigimos para presenciar el show de Cadena Perpetua en la gira que celebra sus 26 años (sí, leyó bien) con la música.
El show se llevó a cabo en Fede Bar, un reducto que resultó ser pequeño pero acogedor y que guarda la particularidad de ofrecer el marco íntimo de pub a un concierto de rock. Tarea difícil de sostener en los tiempos que corren, donde los monopolios de espectáculos acaparan la oferta musical y rigidizan cualquier variante.
La velada dio inicio alrededor de la medianoche, cuando los locales de 114 Errores agitaron a la audiencia con un puñado de canciones coreables. Al ser una banda con mucha trayectoria local, cuenta con un buen número de fieles seguidores que cantan y se emocionan con cada uno de sus temas. Además, promueven muchos de los shows que se realizan en la zona, mostrando un bastión de resistencia y perseverancia en lo que autogestión se refiere. Repasaron temas de toda su discografía, en especial de los discos “De guerras y de amores” y “Todas las tormentas”, mechándolos con canciones de su último EP “11 años”, grabado el año pasado con la producción de Federico Pertusi. Tras casi una hora de show se retiraron transpirados y con sonrisas en sus rostros, dejando atrás a su público agradecido.
Los locales: 114 Errores
La música de fondo amenizaba la velada y hacía correr las cervezas, reafirmando el encanto de ver bandas en el marco de un pub. En ocasiones, un poco de mística y bohemia siempre son bienvenidas.
Pasada la 1 A.M, la banda de Villa del Parque se adueñó de las tablas, complacidos con la convocatoria que esperaba ansiosa la visita del trío. El set arrancó con la particular versión de “I wanna destroy you” de los californianos Circle Jerks (quienes a su vez lo tomaron de los seminales Soft Boys) y pese a que el sonido fue un tanto desparejo -por momentos opacaba el sonido de la guitarra del Vala-, el grupo desplegó una lista de temas impecable que repasó buena parte de su discografía e hizo olvidar a la audiencia esos detalles técnicos. La gente pogueó, cantó y disfrutó canciones como “Sigo acá”, “Por qué”, “Cómo poder”, “NN un jubilado”, “Malas costumbres”, “Culpables”, llegando a picos de emoción de la mano de “Si me ves”, “Dispara” y el cover de Ignacio Copani “Ángel del pasado”. En la recta final del show, aceleraron el pulso con más clásicos para terminar a pura potencia con “No mires al cielo”. Faltaron, sí, más temas de ese gran disco llamado “Plaga” para satisfacer aún más a este humilde escriba, pero es de esperar que algunas canciones se vean dejadas de lado en la lista de temas teniendo tantas en su repertorio.
Cadena Perpetua, a pleno.
Una hora y media de show fue el tiempo que necesitó Cadena Perpetua para mostrar su poderío en vivo y dejar en claro que su trayectoria respalda su propuesta. Se despidieron de su público regalando abrazos y sonrisas. Es para destacar que mucha gente de diferentes partes de la provincia se acercó hasta la ciudad costera para asistir al show, y acompañar con sus banderas a la banda en algunas fechas más de esta mini-gira por el sur de la provincia de Buenos Aires.
Es un lujo el poder disfrutar todavía de bandas convocantes ante audiencias reducidas y así rescatar parte de la adrenalina y emotividad de esos shows donde no todo es cuestión de horarios, caterings, puesta en escena y ruedas de prensa.
La gente agradecida, la banda también. El resultado es un empate con sabor a victoria: todos ganaron y pasaron un buen rato. Ahora no queda más que esperar el regreso para la presentación de su prometido nuevo disco, el cual todavía representa un misterio.
No es poco para un grupo de amigos que supieron trascender las barreras de un género tan cerrado como el punk rock local, donde la evolución muchas veces está mal vista y se pasa a formar parte de los “marginados”. Aquellos que se atreven a más, a diversificar su propuesta, a incrementar la calidad de ejecución y grabación, están muy lejos de ser los malos de la película. Bienvenidos sean los cambios y las infinitas evoluciones a favor de la expresión artística. Esa es la verdadera ruptura y no el confort que genera el dominar un berretín y repetirlo como bandera de honor.
Cadena Perpetua pasó por la costa argentina y dejó tras de sí un excelente show. De eso no caben dudas. Si ya los experimentaste en grandes estadios, date una oportunidad para disfrutarlos en espacios reducidos. Te garantizamos que, en este caso, sí vale la pena.

 MATT A. HARI

Sesiones en vivo (IV), Hoy: La Ramonesmanía siglo XXI - Homenaje a The Ramones / @Vorterix 10-09-16

Los chicos se están enloqueciendo
The Ramones

La noche del sábado 10 de septiembre se veía venir como un encuentro esperado por muchos: todo aquél que alguna vez disfrutó con los famosos 3 acordes ramoneros, prometía estar en el antro de Avenida Lacroze y Álvarez Thomas. Allí, en el Vorterix, iba a llevarse a cabo el evento postergado hace un mes por cuestiones burocráticas, y la expectativa no hizo más que agrandarse con el paso de los días. Este Homenaje a The Ramones fue la excusa perfecta para volver a encontrarse con viejos amigos, y a disfrutar como se disfrutaba en los 90s. Y de eso se trataba precisamente, de rememorar la mítica noche en la que los Fast Four dejaron de ser un grupo de rock y pasaron a convertirse en leyenda. La idea era clara: 4 bandas tocando el mismo set list de la noche de la despedida de The Ramones (y alguna otra cosita, según adelantaban off the record).
Así las cosas, los primeros en subir a las tablas (cuando aún el recinto no estaba lleno y previa proyección de un “documental” que no pudo apreciarse ya que la batería tapaba la pantalla) fueron los tandilenses The Nylons. Estos muchachos oriundos de la ciudad de los salamines más lindos y las chicas más ricas, son quizá una de las mejores bandas tributos a Ramones que se hayan visto por estas pampas. Les tocó en suerte abrir la velada con el ya mítico arranque de clásicos: Durango 95-Teenage Lobotomy-Psychotherapy-Blitzkrieg Bop, cosa que no los benefició ya que los Nylons se lucen más con aquellas canciones que no suelen ser tan conocidas (es normal encontrar en su set, cosas bizarras como “Apeman Hop” o “Freak of Nature”). Los de Tandil dieron lo mejor de sí a pesar de un volumen tal vez un poco bajo y la falta de comunicación con el aún escaso público. Un voto de confianza para esta gran banda, que se merecía brillar de otra manera.    
Luego fue el turno de los siempre festivos Ramonos, una de las bandas más particulares si de homenajes hablamos, ya que si bien su set no es muy distinto al de otras bandas tributo, el hecho de que se vistan como monos llama poderosamente la atención (ni hablar del logo con el “Hey Ho Mono” en lugar del característico “Hey Ho Let’s Go”). El team comandado por Alejandro Rojas Gauna (bajista histórico de Bien Desocupados) arremetió con inoxidables como Sheena is a punk rocker, Rockaway beach y Pet sematary. Para The Crusher, invitaron a varias chicas del público a que engalanaran el micrófono con sus voces, lo que terminó en un delirio total. Luego de eso, se desviaron del set list obligatorio e hicieron la inmortal Poison heart y repitieron Blitzkrieg bop, para delirio de la concurrencia. Un set que dejó a todos bien predispuestos para lo que vendría después (que se daba por descontado que sería lo mejor de la noche)
Los Ramonos: Hey Ho, Mono!

La sorpresa de la noche resultó ser la inclusión de los longevos Doble Fuerza (aunque quizá deberíamos decir Hugo y amigos, ya que poco queda de las últimas formaciones de la banda). Y como amigos son los amigos, hubo un invitado especial que se lució en las 6 cuerdas: nada menos que El Tucán Barauskas, guitarrista de Violadores y Pilsen, quién ofició de refuerzo estrella del combo bonaerense. A la cuenta de cuatro, explotaron con Censorshit, aquél temazo con el que Ramones abría Mondo Bizarro. Pero si esa apertura fue genial, ¿qué decir cuando los de Quilmes arremetieron con Chasing the night y Howling at the moon? Eso fue demasiado, dos perlas de la mejor cosecha Too Tough To Die. Ovación para los punk rockeros del sur, y a esperar a otros ramoneros del conurbano.
Expulsados abrió su set con el himno de New York titulado 53rd & 3rd y cerraron con We’re a happy family, con lo que sería la lista del último show de Ramones. Pero faltaba la cereza del postre: ¿quién se imaginaba escuchar Slug? Impresionante B-Side de fines de los 70s, recreada por los de Banfield para delirio de los pocos que conocían esa gema. Lo que siguió fue una verdadera catarata de rarezas: 7-11, Life’s a Gas, I wanna live, Animal boy y se guardaron el as bajo la manga para el cierre. Un teclado al costado del escenario indicaba que algo no común iba a sonar, y de los parlantes brotó una de esas que no fallan: Something to believe in, aquél de la parodia a las estrellas que se juntaban por caridad. De más está decir que el público explotó de emoción, y la versión fue completamente emotiva con todo el mundo con los brazos en alto cantando aquello de “I’m looking for, something to believe in…”. 
Fin de fiesta para una noche que tuvo la particularidad de ser no como el Durango de Alex Delarge pero sí como el Delorean de Marty McFly: este volver al futuro nos recordó que hubo un hermoso pasado en el cual Argentina fue presa de una patología llamada Ramonesmanía. Que se repita!

RODRO MALAMORTE 

Sesiones en vivo (III), Hoy: Pulpo negro @Uniclub / 09-09-2016

Ph: Sebastián Mustaine Michía
                                        
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira que profirió tu espíritu!
Edgar Allan Poe –El cuervo-
 Oscuridad jadeante, la tensa quietud
Susurros en el viento, recorren la ciudad.
-Nómade- Pulpo negro

Hay momentos que deben ser vividos y no ser testigo auditivo de ellos. Son esos momentos donde la emoción gana por puntos a la razón tras un largo round de combate interno.
Algo parecido sucedió con la presentación de Pulpo Negro en Uniclub, una par de decisiones rápidas y a la ruta.  400 kilómetros nos separaban del predio donde se realizaría el show y apenas abandonada la ruta nos dirigimos al recinto para presenciar la prueba de sonido.
La atmosfera del lugar era particular: saludos, abrazos, nervios, arengas, sonrisas, y un largo etcétera de estados de ánimo. No es para menos, teniendo en cuenta la magnitud del evento que sin duda marca la huella de un gran paso en la carrera de una banda que pregona y defiende la autogestión.
Pasadas las 20:30 hs fue el turno de Cosmopeluza, quinteto que cuenta con una vocalista muy versátil y un puñado de buenas canciones que dieron forma a un set corto pero contundente. Dejaron contenta a la audiencia que aplaudió su propuesta. Tras un breve intervalo, los tres integrantes de Innerte se adueñaron de las tablas, dando rienda suelta a un sonido trabajado y brutal con constantes cambios de ritmo. Temas de su álbum debut y una intensidad sonora envidiable calentaron aún más a la creciente audiencia. Dejaron el escenario en llamas y a la gente a tope para recibir a la banda que coronaría la noche.
Minutos después de las 22, el telón se abrió y los primeros acordes de los Pulpo Negro sacudieron a los presentes. El sonido era perfecto, las luces alternaban y formaban el marco para que las canciones de su primer disco  “El arte de matar” alborotaran las gargantas de sus seguidores, que acompañaban agitando la cabeza y levantando sus bebidas en señal de aprobación.
Cuando una propuesta musical trae aparejados gestos cómplices, risas y emoción entre los integrantes, hace que esas vibraciones invisibles emanen hacia la audiencia. No es solamente la música lo que moviliza, no son sólo las liricas que arengan y te dejan pensando y evocando imágenes, no. Hay algo más que excede esos factores y generan la comunión que hermana arriba y abajo del escenario. Se pueden tener canciones excelentes y una imagen atrayente, de hecho muchas bandas lo tienen, pero hay factores que no se compran, específicamente uno: el carisma –gracia, atractivo, personalidad o simplemente eso que llamamos “onda”. En eso somos categóricos: se tiene o no se tiene. No se compra ni se alquila. Y definitivamente los Pulpo Negro la tienen.
Aprovecharon la ocasión para mostrar nuevas canciones –“El atlante”, “Resucitado”, “A quien el cielo quiere destruir“ y el todavía inédito pero muy coreado “El hijo de puta”-, que suman variantes novedosas en el futuro inmediato de la banda. Cada canción de “El arte de matar” marcó una impronta diferente: “Pantano” agitó a puro machaque, “Nómade” elevó el trance con su cadencia lenta y pesada, “Cosechando tormentas” amalgamó todo lo anterior y un poco más en sus casi ocho minutos de duración, “Demonios” explotó aún con más fuerza (si es eso posible) que en la versión de estudio, y “Hordas” dio el golpe de gracia con un mash up de “Orgasmatron” de los eternos Motörhead.  Una hora y minutos de show fueron suficientes para dejar en claro a todos los presente que Pulpo Negro ya no es una promesa. Están ahí: tómalos o déjalos, pero quedan todos avisados si deciden ignorarlos. Son la próxima gran banda pesada de las que muchos, en unos años, se llenarán la boca diciendo “yo los escucho desde siempre”. El tiempo es hoy, por eso conseguí, descargá o pedí para navidad su álbum debut. Vas a encontrar una banda fresca, con “ansia” y mucho, pero mucho empuje. Sin pretensiones ni dobles discursos: “The real deal”, dirían en los países del norte.
Pulpo negro, al rojo vivo. (Imagen: Matías Sosa)

En pleno barrio del Abasto, y en el medio del caos de la ciudad de Buenos Aires, los tentáculos de Pulpo Negro se desplegaron y aferraron a las almas de los presentes. No hubo escapatoria. Nosotros fuimos testigos y sobrevivimos para contarlo.
Bienvenidos sean al encanto del inframundo y su líder el Leviatán.

MATT A HARI

https://pulponegro.bandcamp.com/
@SebasMichiaFotografia/#

Sesiones en vivo (II), Hoy: Los Antiguos, Teatro 5 Sentidos (MDQ) / 03-09-2016


Me gusta todo lo que es antiguo: los viejos amigos, los viejos tiempos, los viejos modales, 
libros antiguos y viejos vinos.
Oliver Goldsmith
¿Cómo salgo de este infierno si lo hice a mi medida?
-Los antiguos, Hecho a mi medida-

Hace ya más de dos años escribía una reseña de “Simple”, la ópera prima de Los Antiguos. Llamarla "reseña" quizá suene un tanto pretencioso y hasta injusto, ya que se trató más de una catarsis enmarcada en un lenguaje poético, quizá como forma de contener las emociones que fluían por mi mente en ese entonces.
Recuerdo haber escuchado el disco mientras manejaba, de noche, por la ruta. Durante los poco más de veinte minutos de duración fue tal el bombardeo de imágenes y sensaciones que me llevaron a tomar una lapicera y una hoja, y como poseso escribir un texto de por sí delirante, intentado plasmar la música de la banda como si de un cuadro o una poesía se tratara. Un conglomerado que incluía influencias de Alighieri, Lovecraft y los paraísos lisérgicos de Baudelaire.
Sin embargo, tenía una deuda con ellos, y era el poder apreciar su potencial en vivo. Reputación ganada a fuerza de la trayectoria de sus integrantes y a las buenas referencias de amigos y allegados al mundo de la música. Por cuestiones geográficas, no había sido posible sentir el impacto de su música fuera del ámbito privado. Muchas veces, las distancias a las grandes capitales hacen estragos entre la necesidad y el objeto de deseo.
Los Antiguos, y todo su poderío en el escenario.
El show en el teatro 5 Sentidos de la ciudad de Mar del Plata, fue la invitación para que el equipo de Macondo Blues saliera a la ruta nuevamente para introducirse en el mundo de Los Antiguos. En un marco atípico –decoración barroca, arañas de techo con cientos de caireles, tonos salmón y obligado telón rojo-, el recinto resultó cómodo y con muy buena acústica, dando el marco para reunir a un gran número de seguidores de la banda y de la música pesada en general. 
Tras el aperitivo contundente de los locales Silverado, Hemisferia y Bona Vena el terreno quedó preparado para que se avecine el turno de Anomalía –agrupación cuyo guitarrista es, justamente, David Iapalucci de Los Antiguos y quien realizaría un esfuerzo extra tras dos sets completos sumando casi 2 horas y media sobre las tablas- y así disponer todo para dejar a Pato Larralde y compañía a cargo del plato principal. La banda sonó demoledora, con un audio brutal que golpeaba en el pecho dejando marca. La química que poseen juntos arriba del escenario potencia la propuesta. A un puñado de excelentes canciones le suman una buena puesta escénica, intérpretes de calidad y un “hambre” que contagia hasta al espectador más abúlico. Larralde por momentos parece un caudillo rebelde del interior del país, mezclando camaradería y carisma con la furia más recalcitrante. Cuando no canta, grita arengando al público que lo saluda y venera con sumo respeto, y hasta dándose el lujo de ofrecer certeras palabras de reflexión sin caer en la pedantería o en posturas dogmáticas. ¿Y qué decir del resto de los músicos? Las guitarras rebanaban el aire como una katana samurai, mientras que el bajo y la batería conforman una hermandad rítmica de infarto que mantiene un pulso firme sin fisuras a lo largo de la hora y media que dura el show. En 15 canciones repasaron toda su discografía sumando un tema nuevo que dejó expectantes a los presentes imaginando el rumbo que la banda guarda bajo la manga. “La peste del sapo”, “El sureño” y su groove machacante, “La culpa al viento” (coreada a más no poder por el público), la fuerza de “H.P.V” y el cierre a cargo del aplastante “Hecho a mi medida”, dejaron a los presentes con los oídos agotados pero con sonrisas en sus rostros.
¿Qué decir? Un gran show de una gran banda que sumado el ambiente relajado, el jolgorio, y la buena atmósfera que se respiraba confirman la hipótesis del por qué se escucha tan a menudo la frase “¿Loco, ya viste a Los Antiguos en vivo?”. Ahora, efectivamente, podemos decir que sí, y bien que valió la pena.

MATT A. HARI

Crítica (de)constructiva (VI), Hoy: Las Cartas del Rock.

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos.
-Arthur Schopenhauer-
Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo
-Donald Winnicott-

El proyecto de Las cartas del Rock surge como un esfuerzo colectivo: un grupo de amigos debatiendo sobre sus ídolos musicales, la forma en que cada uno sobresalía, sus pros y sus contras, etc. Debido a la subjetividad imperante en cualquier opinión, encontraron la forma de superar el escollo otorgándole un porcentaje a las características a cotejar. El resultado fue definitorio: retomar la inocencia y la diversión de la infancia recreando un juego de mesa con cartas, pero agregándole la picardía y descaro de la edad adulta. De la misma forma que se estilaba en la década del 80 con tópicos de superhéroes y autos de carrera, la dinámica es simple pero efectiva: en la modalidad de juego Tope se reparten las cartas, se elige una categoría y se compite, ganando el jugador que consigue más cartas. Lo distintivo de Las cartas del rock son, justamente, sus categorías: “hitazos”, “drogas/alcohol en sangre”, “Caretaje” (todo un hallazgo), “Innovación”, “Punkitud”, “Cuenta bancaria” de los artistas en cuestión. El buen tino y la perspicacia de los jugadores tendrán que ponerse a prueba para saber explotar las fortalezas y hasta incluso las “debilidades” de sus ídolos. Y, si bien hay músicos que cuentan con la benevolencia de sus logros, todos y cada uno de ellos cuenta con obligado talón de Aquiles. El mazo incluye también la variante de juego estilo Quartet, donde el objetivo es tratar de armar grupos de cinco cartas conformados por músicos de una misma categoría, por medio de ir “robándole” a los otros participantes. 
Es destacable mencionar que la mayoría de las imágenes que conforman el mazo son producto del archivo fotográfico de Fabián “Resakka” García, reconocido artista que supo inmortalizar con su cámara muchos momentos icónicos del rock.
Con el aval de Impos!ble Ediciones y con la participación fundamental de la banda Error Positivo y su sello discográfico Error Positivo Records, Las cartas del Rock es un juego para grandes y chicos que logra el objetivo de entretener y amenizar una velada tanto para melómanos consumados como para iniciados curiosos. 

LO MEJOR: La dinámica de juego, los comentarios y anécdotas que se generan al competir ciertos músicos, el hilarante layout de la secuencia animada que se forma al utilizar las cartas como un folioscopio, la calidad de las imágenes y las categorías de cada carta.

LO PEOR: No hay tal, pero de acuerdo a los gustos musicales de cada participante puede haber una discusión sobre algunos artistas que merecen ser incluidos o excluidos en el juego

MATT A. HARI

Los Andes “Obras cumbres” o la quimera hecha canción.

Todo amante de la música sabe con certeza lo difícil que es escribir una buena canción. Y cuando me refiero a ello no solo hablo de pe...