Tras recibir la noticia del show de la nueva
banda de Juan Papponetti, tomamos la ruta nuevamente para presenciar una de las
propuestas más frescas y originales de la escena punk rock argentina.
Los recitales pueden ser experiencias
definitorias tanto para los músicos como para los espectadores. Tanto por lo
que se genera arriba y debajo del escenario. Un recital multitudinario o un
show para un puñado de fans. La música es universal y los efectos perduran tras
haber terminado la experiencia.
El show de Traje Desastre en Pinamar fue un
recital exclusivo. Exclusivo en la acepción más literal de la palabra, en donde
una banda tremenda con un disco debut impecable toca para pocos como si
estuviera tocando ante muchos. Eso convierte en creíble a cualquier propuesta,
lo cual, en una época de amigos imaginarios y realidades virtuales, no es poca
cosa.
La velada comenzó de la mano de los Cretin
Family, banda oriunda de la ciudad de Santa Teresita. Practican un estilo
netamente ramonero: temas con gancho, coros y todas esas cosas a las que nos
malacostumbraron los cuatro fantásticos de Nueva York. Promediaron un set con
varias composiciones propias y una excelente versión de «Slug» en castellano,
dedicada a la memoria del gran Joey Ramone a 16 años de su fallecimiento.
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Cretin Family |
Tras el alejamiento de su banda de toda la
vida y a un año y monedas de su debut (que casualmente ocurrió en una ciudad de
la costa argentina) la agrupación de Juan retornó a sus fuentes para presentar
su indispensable disco debut pero con el agregado del oficio que brinda un año
de presentarse en vivo y aceitar la química del grupo arriba del escenario.
Repasaron casi la totalidad de su ópera
prima, más algunos hits obligados de Katarro Vandáliko. Sonaron contundentes
versiones de «Mudo y sin vos», «Adonde nos llevará» y «Naufragio», una
incendiaria “Tormenta de altamar” y una emotiva “Separándonos”, entre otras.
Papponetti tiene una pluma muy fina a la hora de componer hits inoxidables y el
repaso de «Cuatro paredes», «No se qué pensar» y “Castillos de Naipes” hacen
que cantes y corees cada una de sus partes, recordando por qué esperabas tanto
esos contrapuntos de antaño con su banda anterior. Cerraron el show con su ya
casi propia «Ciudad enferma» de los Buzzcocks y un atinadísima versión de «TCP»
de The Boys con el riff de guitarra tarareado como la frutilla del postre de un
show tremendo.
Lo mejor del punk rock argentino esta resumido
en Traje Desastre: buenas canciones, un dúo de guitarras con vuelo y muy buen
gusto que adornan esas melancólicas melodías tocadas con clase y oficio. Juan
es un frontman distinto, desde su característica voz hasta su porte dan cuenta
de infinitas batallas ganadas; cosa más que merecida tras venir batallando desde
hace 25 años por ampliar el abanico de opciones dentro del acartonado punk rock
local. Si tenés la opción de cruzarte con los Traje Desastre no dudes en
asistir a uno de sus shows. No solo vas a salir tarareando todas sus canciones,
vas a recibir una clase magistral de cómo se puede tocar punk rock desde un
formato clásico.Hay veces donde es bueno dejar que un
suceso desordene el concepto que tenemos de las cosas. Hay veces donde es hasta
divertido no saber por dónde empezar y reagruparse ante el caos reinante. El
desastre sirve de algo: para crear desde los cimientos, para volver a construir
a gusto y piacere, para confirmar que
se puede arrancar de cero y mostrar que con ideas, calidad, y empuje todo lo
nuevo puede ser mejor.
M.S
Entrevista con Juan
Papponetti de Traje Desastre: "La filosofía del punk rock es hacer lo que te gusta hacer, sin barreras, modas ni estereotipos".
Macondo
Blues: ¿Cómo fue la transición de Katarro Vandáliko a Traje Desastre?
Juan
Papponetti: Se dio de manera natural. Había muchos desencuentros artísticos
y eso desgastó los vínculos. Yo soy una persona muy inquieta y dedicada, me
gusta componer y evolucionar. En mi última etapa en KV me encontré tocando en
vivo todo el tiempo, cosa que esta buenísima, pero no había ímpetu por componer
material nuevo. Además, me sentía limitado a componer canciones que tenían que
seguir el estilo de la banda y no podía volcar en las composiciones la música
nueva que escucho y me influencia.
No fue fácil hacerme a un costado porque
era mi proyecto de vida al cual le dediqué 23 años. Muchas canciones
compuestas, forjar la banda desde cero… Fueron muchas vivencias, cosas buenas y
cosas malas, pero que te dan un aprendizaje. Gracias a Katarro hoy puedo tocar
en Traje Desastre y sentirme cien por ciento identificado con la decisión que
tomé. La vida es esto: poder tocar en el Vorterix a sala llena y después tocar
en un bar para 40 amigos. Lo pude entender hace un tiempo y es lo que resume la
misión de la banda: tocar con amigos con quienes tenés un vínculo humano sano,
fuerte, y que además de eso son muy buenos músicos.
M.B:
¿Qué influencias conservás y cuáles se incorporan en este nuevo proyecto?
J.P:
Las influencias que me acompañan siempre son esa trilogía maravillosa formada
por Stiff Little Fingers, Buzzcocks y The Boys más toda esa música maravillosa
que nos legó la movida punk de los años 70. Pero estoy lejos de ser
revisionista y nostálgico. Me gusta que mis discos suenen actuales, evitando
los eslabones directos y apelando a similitudes efectistas. Ahora tengo más
libertad a la hora de componer y puedo tocar un tema surf y después un blues.
De hecho en nuestro disco (A la hora señalada) metimos un blues que queda
perfecto en la estructura de la banda y tiene cohesión con el resto de las
canciones que lo acompañan. También se filtran influencias del rock nacional de
los 80 como Miguel Mateos, Soda Stereo, Los Cosméticos, Los Enanitos Verdes,
etc. No tengo problema en mencionar estas bandas como inspiración ya que fueron
parte del ADN musical en mi adolescencia. Muchas personas de esa época te dicen
que la primera banda que escucharon fue Riff y no es así. Había mucha música
dando vueltas por la radio y la televisión, pero siempre queda mejor decir que
empezás por lo más pesado. No es mi caso. La filosofía del punk rock la defino
con una sola frase: “Ser libre”. Es hacer lo que te gusta hacer, sin barreras,
modas ni estereotipos. Todo eso y más fluye dentro de las composiciones y
quiero seguir experimentado lo más que pueda con las variantes que te ofrece la
música. Me gustaría coquetear más con el rockabilly o el psychobilly –dos géneros
que me encantan- y que te demandan otra instrumentación, así que estamos
trabajando en eso (risas).
M.B: ¿Cómo
“envejeció” A la hora señalada a un
año del debut?
J.P:
Muy bien. Por suerte hubo buena llegada entre el público y nos han devuelto
impresiones de satisfacción. Es un disco que, a mi criterio, va a ser difícil
de superar en ciertos aspectos. Tiene canciones muy logradas y que a mí me
gustan mucho. Pienso en «Separándonos» y «Tormenta de altamar» y siento que
logré un poco lo que tenía en mente a nivel compositivo. Por suerte, tanto en Capital
como en el interior de país, e incluso de otros países de Latinoamérica, recibimos
mensajes de aliento e invitaciones para tocar, lo cual nos pone muy contentos.
Muchos músicos y personas allegadas a este ambiente nos han felicitado por la
propuesta de la banda y lo que escucharon en el disco debut. Que gente como Pil
Trafa o Mariano Martínez nos feliciten nos da mucha satisfacción. Pero como
dije al principio, somos inquietos y ya tengo dos discos casi armados en la
cabeza. Mi idea es poder sacar un disco al año y ser lo más prolífico que
pueda, así que no puedo esperar para entrar otra vez al estudio y grabar las
canciones que ya estamos terminando.
M.B:
¿Proyectos?
J.P:
Tenemos muchas fechas por delante. Hicimos dos ciudades de la costa argentina,
hay fechas en Pablo Nogués, en el Salón Pueyrredón, en provincia de Buenos
Aires. También salgo de gira con la banda de Honest John Plain (Guitarrista de
los necesarios The Boys) por varias ciudades del país, lo cual es un honor y un
mimo personal dado que soy muy fanático de su música y de todos sus proyectos.
M.B:
Si tuvieras que definir tu pasado, presente y futuro con una sola palabra
¿Cuál sería?
J.P:
Para definir cualquiera de esos momentos elegiría una sola: música. Para ser
más preciso te diría “música de punk rock”. Puedo hacer lo que
quiero y lo que me gusta, que no es poco. Y por suerte hoy, a mi edad, lo entendí y puedo
disfrutarlo.
M.S