En la mayoría de los casos la ignorancia es algo
superable. No sabemos porque no queremos saber.
Aldous Huxley
Normalmente, aceptamos la realidad como se
nos presenta, ya sea en forma beneficiosa o amenazante. En muchas ocasiones no
nos percatamos de nuestra capacidad como agentes de cambio ni como
“diagramadores” de nuestras vidas. El percibir esto de forma conciente nos
ubica, inevitablemente, ante una responsabilidad trascendental: la de tomar
decisiones que afecten el devenir propio y del entorno. Cuando surgen periodos
confusos, agobiantes y desesperanzadores tendemos a afrontar la realidad en
forma pasiva, es decir, no accionando directamente sobre ella, sino mas bien,
recibiendo y analizando la información que nos llega de fuera y esperando,
muchas veces, la resolución mágica a nuestros problemas. Este estado genera
procesos de sugestión que provocan una influencia sobre la manera de pensar o
de actuar, anulado la voluntad y llevándonos a obrar de una forma determinada.
Los desenlaces mágicos, lo sobrenatural, son
áreas que desconocemos y, por lo tanto, nos provocan miedo. ¿Miedo ante qué? A
lo desconocido, a aquello que no podemos manipular y aquello que escapa de la
enseñanza formal y compartida. Una suerte de magia que ejerce ante los sentidos
un efecto maravilloso e inexplicable, a la cual, sumada al hermetismo y a no
estar gobernada por leyes naturales, categorizamos como “oculta”. Y es justo
cuando llegamos a ese punto del “todo vale”.
¿Qué es el efecto Forer?
El efecto Forer, conocido también
como el efecto Barnum, ocurre cuando una persona acepta como válida una aseveración
acerca de sí misma, pues creen que proviene de una fuente confiable. En otras
palabras, las personas son víctimas de la falacia de la validación personal, y
aceptan como propias generalizaciones que pueden ser válidas para cualquier
individuo.
El nombre de este efecto viene
del psicólogo Bertram R. Forer, quien encontró que la mayoría de las personas
aceptaban estas descripciones vagas como personales y acertadas, así que
realizó un experimento en 1948, en el que entregó un grupo de afirmaciones a
sus estudiantes como resultado de un test de personalidad y pidió que evaluaran
sus resultados, afirmando si eran acertados. Lo que no sabían sus estudiantes
es que todos tenían la misma hoja de resultados, que decía esto:
“Tienes necesidad de ser aceptado por los demás y buscas que
te admiren, sin embargo, tiendes a ser muy crítico contigo mismo. Aunque tienes
algunas debilidades de personalidad, generalmente logras compensarlas. Tienes
una capacidad increíble que no has convertido en tu ventaja. Disciplinado y
autocontrolado en el exterior, tiendes a preocuparte y ser inseguro en tu
interior. A veces tienes grandes dudas sobre si has tomado la decisión correcta
o si has hecho lo adecuado. Prefieres cierta cantidad de cambio y variedad y te
sientes insatisfecho cuando te acorralan las restricciones y limitaciones.
También te enorgulleces de ser un pensador independiente, no aceptas lo que digan
los demás sin pruebas satisfactorias. Pero has descubierto que es poco sabio
ser muy franco y revelarte a ti mismo ante los otros. A veces eres
extrovertido, afable y sociable, mientras que en otras ocasiones eres
introvertido y reservado. Algunas de tus expectativa pueden ser más bien
irreales.”
Forer pidió que calificaran la
exactitud de los resultados en una escala de 0 a 5, donde el 5 significaba que
el alumno sentía que los resultados eran excelentes y acertados, mientras que
un 4 expresaba que los resultados habían sido buenos. El promedio de la
evaluación de la clase fue de 4,26; es decir que consideraron que el resultado
realmente definía sus personalidades, aunque Forer había tomado estas
aseveraciones de una columna de astrología de una revista cualquiera.
La ´pregunta obligada es ¿Cómo
funciona el efecto Forer? Bien, en realidad casi todos somos vulnerables a él,
aún más cuando está relacionado a pseudo-ciencias como la astrología,
grafología, lectura de auras y un largo etcétera. Una de las razones es que
normalmente no hay nada en lo que puedas estar en desacuerdo con las
afirmaciones, pues la mayoría te presentan dos opciones: “eres X, pero a veces
eres Y”. Esto es lo suficientemente vago como para ajustarse prácticamente a
cualquier ser humano. Si se le dice a alguien: “eres inteligente, pero a veces
haces tonterías”, cualquier persona del mundo podría aceptar ese análisis como
válido.
Otra de las razones por las
cuales las personas pueden caer en el efecto Barnum es que éste resulta aún más
potente cuando hace predicciones a futuro, pues ofrece un sentido de
reafirmación y control de lo desconocido. A los seres humanos nos encanta la
idea de control, así que estas predicciones nos ofrecen una ventana a lo que no
podemos controlar, aún sin importar que esta ventana no sea muy transparente ni
certera; pero por un breve espacio de tiempo sentimos que podemos saber lo que
va a ocurrir y, por ende, evitarlo o cambiarlo.
Del mismo modo, el efecto Forer
suele estar relacionado con el sesgo cognitivo de confirmación, y en parte debe
su éxito a ello. El sesgo de confirmación ocurre, por ejemplo, al leer una
predicción astrológica que confirma tus propias creencias. Por ejemplo, si nos
estamos sintiendo un poco tristes o desanimados y el horóscopo dice que “vienen
momentos complicados de los que saldrás airoso”, está confirmando lo que estas
sintiendo y te da la razón, ¿hay,
acaso, algo mejor que sentir que tenemos
la razón?
Por divertido que parezca, el
efecto Forer puede afectar la vida de las personas, que no sólo invertirán
sumas astronómicas para que les saquen la carta astral, les lean la palma de la
mano o la borra del café; sino que además pueden tomar decisiones importantes
basados en el sesgo cognitivo que, lamentablemente, no suele ser un consejo
sólido.
Las infinidades de técnicas que
usan aquellas personas encargadas de realizar predicciones o técnicas de
“mancia” -del griego: Adivinación- se
llaman, genéricamente, "lecturas en frío".
Primero, en la lectura en frío,
se aprovecha la inclinación que tenemos los seres humanos de extraer de una
situación un significado mayor que el que tiene. Es decir, la persona intentará
darle sentido a lo que se le diga. Segundo, el manipulador también aprovecha
que la mayoría de nosotros tenemos tendencias egocéntricas y tendemos a vernos
de una forma un tanto indulgente, con poca capacidad de autocrítica. Tercero,
el manipulador usa también en su beneficio el hecho de que sus víctimas se
acordarán más intensamente de sus "aciertos" que de sus errores. Cuarto,
el manipulador ofrece generalidades aplicables a todos los seres humanos. Todos
compartimos una enorme cantidad de características, todos sufrimos ante los
problemas, todos tenemos proyectos no realizados, todos queremos amar y ser
amados, todos tenemos profundas frustraciones.
Si este tipo de lectura en frío
se realiza, además, en una "consulta" de un supuesto sanador,
curandero, médico brujo, tarotista, astrólogo o cualquier otra actividad afín,
la inocente persona que paga sentirá que esta ante un sujeto verdaderamente
poderoso y no dudará en abandonar un tratamiento médico a cambio de placebos
que pueden ocasionarle daños irreversibles.
Y esto no termina aquí, aun hay
más. Están, también, las burdamente llamadas “señales corporales”. Es poco
sabido, por el público en general que el iris se nos dilata cuando vemos algo
que nos gusta y se contrae ante algo que nos disgusta, aún con las mismas
condiciones de luz. Esto lo
redescubrieron y sistematizaron los neuropsicólogos en los años 70, al igual
que lo referido al lenguaje corporal. Los buenos observadores de sus congéneres
llevan milenios interpretando los sentimientos o emociones que hay detrás de
ciertos actos, posturas, gestos, etc. La ciencia sólo ha confirmado los hechos
y sistematizado su conocimiento.
Ahora bien, cabe preguntarse si
existe alguna forma de quedar exentos de técnicas de manipulación,
estadísticas, control mental, y coerciones varias. La respuesta es sí y no. No,
porque, en ocasiones tendemos a desesperanzarnos y a razonar con nuestro juicio
nublado, buscando salidas rápidas que nos provean un pequeño empujón para no
angustiarnos. Por otro lado, sí podemos inmunizarnos y empoderarnos ante alguna
manifestación de tipo mágica-fenoménica. ¿Cómo? Se dice por ahí que el
conocimiento es poder, así que nada más al saber, leer, informarnos y compartir
esa información puede prevenirnos de caer ante las trampas de las
pseudo-ciencias y otras ilusiones.
MATT A. HARI