Siempre que
enseñes; enseña también, a la vez, a dudar lo que enseñas.
José Ortega y
Gasset
La libertad de
expresión es decir lo que la gente no quiere oír.
George Orwell
Nuestra mente
está siendo controlada por extraños que no tienen los mejores intereses en su
corazón. Si suena como una fantasía paranoica, preparate y continuá leyendo.
Estos son
los resultados de una serie de estudios científicos que muestran cómo unas
cuantas instituciones dominantes tienen el poder de manipular cómo nos
sentimos, cómo actuamos e incluso cómo votamos, sin que nunca nos enteremos de
ello.
La
manipulación mental deliberada de las masas no es, por sí misma, nada nuevo. Hace
casi cien años, nuestra manía global de consumo se desató gracias a Edward
Bernays, más conocido como el "padre de las relaciones públicas".
Bernays era sobrino de Sigmund Freud y utilizó las ideas de su tío acerca del
subconsciente para desarrollar nuevos métodos de control mental, diseñados para
crear una nueva forma de consumismo, inicialmente en los Estados Unidos.
"Debemos
cambiar una cultura de necesidades en una cultura de deseos", declaró una
vez Paul Mazur, socio comercial de Bernays. "La gente debe ser entrenada
para desear, para querer cosas nuevas, incluso antes de que las viejas hayan
sido totalmente consumidas. Debemos dar forma a una nueva mentalidad. Los
deseos del hombre deben ensombrecer sus necesidades."
Pero aún hay
más.
En 1928,
Bernays describió y en cierta forma vaticinó cómo sus técnicas de manipulación
mental permitirían a una pequeña élite controlar las mentes de la población
mundial: “La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones
organizados de las masas es un elemento importante en la sociedad democrática.
Aquellos que manipulan este mecanismo invisible de la sociedad constituyen un
gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante de este país. Somos
gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas
sugeridas, en gran parte por hombres de los que nunca hemos oído hablar... En
casi todos los actos de nuestra vida cotidiana ... estamos dominados por el
número relativamente pequeño de personas ... que tiran de los cables que controlan
la mente pública”.
Bernays puso
en marcha lo que todos hemos llegado a conocer como una parte esencial de
nuestro sistema capitalista: el uso de los medios de comunicación para promover
los roles, los deseos y los símbolos de estatus que recolectan los beneficios
para las grandes corporaciones. Desde la cuna nos transformamos en
consumidores, debido en parte a las percepciones de las falsas necesidades que
nuestros padres nos transmiten. De la cuna a la tumba.
Pero lo que
realmente ha cambiado es que una nueva generación de controladores mentales está utilizando las tecnologías florecientes
de recolección de datos y redes sociales para inyectar su poder en nuestras
mentes aún más profundo que lo que nuestros antepasados podrían haber soñado.
Un Bernays contemporáneo llamado B.J Fogg ha creado una estrategia llamada
"captología", derivado de la sigla CAPT o "Computers As
Persuasive Technology" (Computadoras como tecnología de persuasión). Desde
su “laboratorio” de la universidad de Stanford, enseña a los estudiantes de
posgrado todavía novatos cómo utilizar la tecnología para "cambiar las
actitudes o comportamientos de la gente".
Sus
enseñanzas han generado las interfaces de nuestras nuevas rutinas diarias: a
que el ringtone de nuestros smartphones desvien nuestra atención, hasta cómo el
icono del pulgar arriba y las estadísticas de Likes nos dicen lo populares que somos hoy en día. En la jerga,
estas cuestiones son conocidas como “Hot
trigguers” (disparadores calientes), los cuales ponen en marcha respuestas
conductuales en nuestro subconsciente. Aquellas aplicaciones exitosas son las
que provocan una necesidad momentánea y luego nos proporcionan una solución,
también instantánea. Este patrón produce una micro dosis de endorfinas en
nuestro cerebro que nos hace sentir bien. Así, al igual que las ratas en una
rueda nos volvemos adictos, y regresamos por más.
Facebook ha
construido su imperio global de 1,6 billones de usuarios activos con esta
rutina adictiva. De acuerdo con uno de los estudiantes de Fogg, Nir Eyal, el disparador
clave de Facebook es el MAPA o Miedo a
perderse algo (del inglés FOMO: Fear of missing out). Los seres humanos
evolucionamos en grupos de cazadores-recolectores, donde la supervivencia
significaba ser parte de la comunidad. La ansiedad social de perder lo que
nuestros amigos están haciendo surge desde lo más profundo de nuestro cerebro. Es
decir, sacrificamos nuestro contacto físico diario con las personas que nos
rodean, por centrar nuestra atención en la pantalla que tenemos enfrente de
nuestros ojos. El artista Eric Pickerskill en su serie de fotografía
"Removed", documenta la sensación de las situaciones sociales
cotidianas después de borrar los smartphones de las personas de la imagen.
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Una de las instantáneas de Removed, de Eric Pickerskill |
Facebook ha
estado investigando el alcance de su poder sobre nuestro comportamiento,
manipulando a sus propios usuarios como conejillos de indias. Los días
eleccionarios importantes a nivel global envía recordatorios masivos para
cumplir con el deber ciudadano, lo que provoca un gran número de votos que de
otro modo no se hubieran emitido. Lo terrorífico de esto es pensar la
posibilidad que decidieran enviar estos recordatorios sólo a los simpatizantes
de un partido o candidato en particular, hecho que podría cambiar el resultado
de una elección presidencial sin que nadie se entere. Las opciones de filtro
con la bandera de algún país movilizado por un atentado o desastre natural
también dan cuenta de la unilateralidad de sus intereses, ya que no hay ley
actual que controle la neutralidad.
El control
de la mente no se detiene solo en las redes sociales. ¿O acaso creemos en nuestra
autonomía cuando estamos investigando
cuidadosamente sobre un tema en particular y utilizamos Google para completar
la búsqueda? Pensemos otra vez. El psicólogo Robert Epstein ha desenterrado el
poder subliminal masivo de lo que él ha llamado el Efecto de Manipulación de Motor de Búsqueda, o SEME (Search Engine Manipulation
Effect).
Este efecto
se basa en el hecho de que cuando realizamos búsquedas, hacemos clic la mitad
de las veces en uno de los dos primeros resultados, y más del 90% de nuestros
clics están en los diez enlaces principales que aparecen en la primera página.
Puede haber miles de otras páginas web que contienen nuestras palabras clave,
pero Google decide cuáles vamos a leer. ¿Tétrico, no?
En muchos
países del mundo, incluyendo los Estados Unidos, Google tiene un monopolio
“amigo” a las búsquedas en Internet. El negocio de la especificación de
búsqueda-graduación no se encuentra regulado, y los tribunales han defendido el
derecho de Google a clasificar resultados de la búsqueda a pesar que atenta
contra las leyes de la libertad de expresión de los usuarios. Si Google decidiera
cambiar la forma en que la población piensa y siente, no le representaría
muchos inconvenientes.
El
economista británico Kenneth Boulding advirtió una vez: "Un mundo dominado
por una dictadura invisible es
concebible, todavía usando las formas de gobierno democrático".
Así que
decides, ¿estás siendo manipulado?
Hasta que
esta manipulación invisible esté mejor regulada, todavía hay algunas cosas que
podemos hacer para protegernos de su control mental. Una idea, sugerida por el
líder de la tecnología Jaron Lanier, es realizar nuestros propios experimentos
en relación a nuestro vínculo con los medios de comunicación social y así poder
recuperar nuestra libertad de elección. Por ejemplo, pasar por períodos de
completa desvinculación de los medios de comunicación social - un día, una
semana o un mes -, ver cómo nos sentimos y preguntarnos: ¿Qué tan fuertes y
frecuentes eran los deseos de volver a conectarnos? ¿Nos perdimos algo? ¿Cambió
algo?
Otra idea es
tener conocimiento de las fuentes de nuestras noticias. Es decir, hacerse al
hábito regular de revisar los sitios web de fuentes de noticias fuera de la “zona
de confort ideológico”. Al realizar una búsqueda en Google, ver también lo que
aparece en la lista de dos, tres, cuatro páginas, y ocasionalmente probar un
motor de búsqueda alternativo para compararlo. DuckDuckGo es un buscador que no
realiza un seguimiento de actividad, lo que significa que se obtendrá un
resultado más neutral.
En realidad,
todo lo antedicho forma parte de una elección y en responder el cómo, cuándo,
dónde y de qué manera queremos vivir nuestras vidas. Si bien no hay un camino
preestablecido, nuestra condición de ser humanos nos lleva a sentirnos más cómodos
haciendo lo que hace la mayoría, muchas veces sin importar si eso está bien o
mal. Todo es cuestión de seleccionar aquellas alternativas que nos parezcan más
favorables, por lo que es necesario primero conocerlas, evaluarlas y luego
finalmente elegirlas. Elegir preguntarse o elegir responderse. La pastilla
azul o la pastilla roja. De eso se trata ¿no?
MATT A.
HARI