El pragmatismo del amor post desengaño.






La concepción del amor es tan variable tanto a nivel social como a nivel individual, pasamos de creer en el amor como algo cuasi utópico a encontrarle una vuelta de tuerca a medida que el tiempo pasa y las experiencias se acumulan. Lo que empieza siendo un gran sentimiento de felicidad, se transforma en un contínuo replanteo de ideas. 

Ante todo, la pregunta básica que dispara cualquier tipo de planteamiento: ¿qué es el amor? A partir de ahí, empieza a redefinirse el todo. ¿Creo yo en ese tipo de amor? ¿Soy capaz de amar del modo en el que creo? ¿Estoy dispuesto a estar con personas que no tienen el mismo concepto de amor?

¿Cómo se pasa de ese amor adolescente en el cual se cree en la felicidad y fidelidad eternas a un amor más libre de preconceptos y ataduras? Desengaño, la puesta en escena de la realidad contrastando con la tesis. Y así, poco a poco, esa ensoñación perfecta da paso a lo que definimos como el pragmatismo del amor. 

¿En qué consiste ese ideal? En cuestionarse la visión social del amor. Todos amamos de diferente forma, pero hay instalado en el inconsciente de la sociedad un ideal que dice que estar en pareja es la proyección total del amor, la felicidad plena. Y tal vez no sea así, tal vez las cosas sean distintas a lo que se cree. 

Hay una percepción diferente, en la cual el amor o la relación de pareja se torna un poco más realista y menos idílica. Esa percepción contempla que dos personas no están juntas por una cuestión químicamente sentimental que los hace inseparables, sino porque se comprenden más allá de los peros. Es decir, no estamos en pareja por creer ciegamente en el amor hacia alguien, sino porque emprendemos juntos un viaje que tiene que ver con cuestiones más realistas que sentimentales.

Ese pragmatismo proviene de la cantidad de veces que por amor negamos los defectos o vicios de la otra persona en pos de seguir el camino junto a la persona que creemos amar. Pero cuidado, cuanto más se quiere a una persona, más deberíamos ser capaces de ver lo malo en ella. El paso siguiente es el cénit del pragmatismo: ¿estoy dispuesto a dejar de lado el amor si esa persona no era tal cual yo creía, o prefiero obviar lo malo en función de seguir en una relación que sé que no es lo que lo deseo? 

Ahí es cuando comprendemos que muchas veces, el amor es una excusa para enceguecernos y no poder ver más allá de los sentimientos. Quizá el amor no sea ese ideal en el cual hay llantos, gozos, placer, sentimientos desbordantes y un final doloroso, sino que sea simplemente aprender a caminar junto a alguien en un camino individual y compartido, con cosas en común y un plan de vida, despojado de un sentimentalismo de pacotilla que termina ridiculizando el verdadero sentido de una relación de pareja.
Sería interesante probar qué se siente, ¿estás dispuesto a intentarlo?


- Rodro Malamorte - 

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