Llueve
y es una noche más en la ciudad. Noche
de sábado, para ser exactos. Noche de fines de junio, perfecta para dormir
mirando la lluvia. Pero, ¿y si la lluvia es interna? ¿Acaso ya se inventaron
paraguas que protejan de eso? ¿Qué se hace cuando el vendaval arrecia dentro de
nosotros mismos? No hay donde guarecerse, no hay lugar para esperar que la
tormenta pare porque NOSOTROS somos parte de ella.
En
verdad, y esto nunca nadie se detiene a pensarlo, toda tormenta se inicia por
algo. Pero, ¿qué es más importante? ¿El inicio de la tormenta o el sentido que
ella tiene en tu vida? ¿Quedarse maldiciendo a la lluvia o intentar encontrarle
la parte positiva? La tormenta en sí no es otra cosa que el resultado de todo
lo bueno y lo malo que hiciste en tu vida. No te asustes ni temas, que no es
algo que no tenga que ver con vos sino todo lo contrario. Estamos hechos del
material con que se hacen las tormentas, es nuestra esencia.
Lo
malo sería escaparle, huir de ella por miedo o desconocimiento. Pensar que es
algo ajeno a nosotros y a nuestro bienestar. ¿Bienestar? ¿Acaso quedarte en la
zona de confort te beneficia en algo? Nada más conformista que eso, la sola
idea de atarte a ideas preestablecidas debería sacudir tus entrañas…
La
tormenta ya se desató en vos, sos quien decide si guarecerse ante ella o salir
a la calle a disfrutar de la lluvia. De esta lluvia de junio, de esta noche de
sábado en la cual la tormenta perfecta está a punto de chocarte para siempre.
-Rodro Malamorte-
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