Nanocuentos (II)

Cada día es una vida.
Horacio

NOVELA

El ritmo frenético de la pluma y el susurro de las letras sobre el papel le dieron la certeza de que lo escrito tenía un sentido. Las ideas brotaban lúcidas y sin respiro. Supo, al detenerse, que ese capítulo estaba terminado.
Lo único que se escuchó después fue el disparo que apagó su vida.

ACCIÓN Y REACCIÓN

El aire se cortaba con un cuchillo y el silencio se apoderó de la situación. Se escrutaron tensamente intentando leer el próximo movimiento y la ansiedad se multiplicaba con cada segundo que pasaba. Acto seguido, se besaron.


M.S

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