(Foto: LOBO)
¿Cuántas veces en la vida uno
tiene la chance de estar parado frente a una leyenda de la música que uno mamó
desde chico? ¿Cuántas veces en la vida tenemos la suerte de ver a uno de los
que empezó con todo este asunto del punk y nada menos que en el antro más lindo
de la ciudad?
Ver al viejo y querido Honest
John Plain en el Salón Pueyrredón se asemejó a una especie de fiesta en la cual
el agasajado nos rendía homenaje a nosotros, haciendo un repaso de su carrera
junto a The Boys, perlitas de su discografía solista y hasta gemas de The
Crybabys (otro de sus tantos proyectos). Tener al frontman de “los Beatles del
punk” dando lo mejor de sí un sábado a la noche en el reducto de Avenida Santa
Fe fue casi un lujo para la logia de los amantes del brit punk 77.
Con las entradas totalmente
agotadas y con la capacidad del local a tope, hubo tiempo para disfrutar de un
póker de bandas locales entre las que se destacó la impronta oi de Los
Mareados, el añejo conjunto street punk de la zona sur, que con fuerza y solidez
dejó una muy buena imagen entre los que habían ido temprano a esperar al gran
John.
Luego de una breve espera
amenizada por los DJ’s del Salón (poder escuchar cosas como Damned, Sham 69,
The Jam, siempre es un placer), Mr Plain y The Pibes salieron a escena a
demostrar cómo se toca en Argentina el más fino punk británico de los 70s. De
la mano de músicos locales de larga trayectoria como Arnold (ex bajista de
Tukera y actual Doble Fuerza), Alejo (ex Shaila, hoy aporreando
los parches en Mamushkas) y el eterno Juan Paponetti (guitarra y voz de los
tandilenses Katarro Vandáliko, y líder de Traje Desastre), la banda sonó
afilada y melódica en partes iguales.
(Foto: LOBO) |
Para abrir la noche festiva, la
elegida fue “Never listen to rumours” y uno podía sentirse en algún club de
Londres disfrutando del power pop punk de Honest. Siguió otro de los clásicos
de John, “Monotony”, y al rato “U.S.I.” de The Boys, el primer bombazo de esa
larga noche. La genial “I hate my fucking job” dio paso a “Where have all the
good girls gone” de los Crybabys, que demostró que el grupo no era improvisado
ni mucho menos: la batería potente y llevando prolijamente el ritmo, el bajo
era un relojito y una aplanadora cuando era necesario, y la guitarra destilaba
un buen gusto envidiable. Nota aparte para Juan y su elegancia, “como salido
del Rockpalast de los Stiff Little Fingers” se escuchó decir por ahí…
Promediando el set, una joyita de
colección: “New guitar in town”, grabado por Plain y Pete Stride de The Lurkers
cuando los 80s empezaban a asomar. Rescatada del olvido por los germanos Die
Toten Hosen, hoy es casi un himno del punk rock. Desde el “Punk Rock Menopause”
de The Boys, saltó “Punk Rock Girl”, ya un clásico para todos los amantes de
este estilo. Para no perder el hilo, desde el infierno mismo soltaron
“Kamikaze”, también de la vieja banda de Plain, que sonó perfecta a pesar de la
ausencia del saxo que lleva la melodía.
Hubo tiempo para sacar del ropero
el “That’s not love” que Honest grabó con amigos allá por 1996, pero la cosa no
podía parar y el Salón ya estaba en llamas: ¿qué banda puede darse el lujo de
cerrar con una seguidilla de temas como “I don’t care”, “Terminal love” (claro
que sí, todos gritando lo de “Knocking on heaven’s door”), “Sick on you” y la
bellísima “Brickfield Nights”? Aplausos a granel y la frutilla del postre: nada
menos que “T.C.P.” con su implícito homenaje a Ramones (y el punteo coreado por
todos) y la inmortal “First Time”, que desató un pogo de considerables
proporciones y que dejó un regadero de felicidad en las caras de todos los
presentes.
Desde arriba del escenario
llegaron los saludos finales, la promesa de un pronto retorno de Honest junto a
los Boys, y la certeza de que no siempre los jóvenes son los que destilan
magia. El honesto Plain sabe por lobo, pero en este caso más sabe por viejo.
R.C.
Excelente reseña de una noche inolvidable.
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