Microrrelatos (I): Epílogo


Nunca le perdoné a mi abuelo que no me contara el final de ese cuento.
Habíamos estado hablando sobre cosas de la vida, fruto de la inmensa curiosidad de un joven de quince años y la sabiduría de un caballero de setenta y cinco. Los misterios de otras épocas y las novedades de la actualidad. El antes y el después de la misma historia.
-¿Querrías escuchar una aventura?, preguntó ansioso arqueando las cejas. Y Fue así como comenzó.
El relato iba y venía, tenía tensión, drama y giros inesperados. El nudo argumental se centraba en los vaivenes del personaje principal, quien padecía de una enfermedad incurable pero que luchaba por vivir y así poder terminar la misión que le fue encomendada.
En el momento de máxima intriga se detuvo y levantó la mano con gesto adusto. Desde su silla preferida que le surcaba la espalda como un marcador de ganado, se incorporó pesadamente y con una lucidez certera acercó su cara a la mía:
-La clave para retomar cualquier historia es siempre dejar algo pendiente, afirmó casi en secreto.
Y se fue a soñar para siempre con los ojos abiertos.

(Para Enrique, donde quiera que esté)

M.S

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