Los desconocidos de siempre




Si quieres ser un héroe, vamos, solo sígueme.


John Lennon -Working class hero-


La función de un líder es, según la afirmación científica, la de guiar emocionalmente a aquellas personas que representa. Las características de un líder han sido harto estudiadas a lo largo de la historia, otorgándole en ocasiones un origen divino, de personalidad, habilidades innatas o adquiridas, sumada a ese factor de “suerte” que consiste en la sincronía de estar en el lugar y en el momento adecuado para encarnar esa posición. 

Muchas veces las mencionadas cualidades funcionan como una cortina de humo ante los verdaderos cambios subyacentes que generan el terreno fértil para la formación de un movimiento social con una figura diferenciada que lo represente y dirija. 
Es cierto que en un primer momento para lograr un gran liderazgo se debe tener el suficiente coraje y desparpajo para enfrentarse ante una multitud y no tener miedo a hacer el ridículo. Pero, además de su desinhibición, el líder debe poder realizar una acción sencilla, fácil de imitar y tan simple que llame la atención del resto apelando a emociones básicas, claramente diferenciables y de simple llegada. 

Todo claro y conciso hasta aquí, salvo por un detalle imperceptible en casi todos los ejemplos citables. Entre este primer momento y la consumación de un movimiento organizado ocurre un hecho definitorio y crucial: la aparición del primer seguidor.
El primer seguidor muestra al resto -mediante identificación, imitación e idolatría- cómo seguir al líder. Éste, por su parte, trata de igual a igual a su primer admirador aceptándolo como par, por lo que ya no se trata de un loco aislado: ahora son Ellos.
Acto seguido, el primer discípulo insta a otros para que se unan al movimiento; alcanzando un logro que requiere también mucha valentía dado que se expone a la vista de todos y se enfrenta al ridículo. Por ende, Ser el primero en seguir a un líder es también una forma de liderazgo que por lo general se subestima. Expresado de forma clara: El primer seguidor transforma a un idealista solitario en un líder. Si el líder es el combustible, el primer seguidor es la chispa que inicia el fuego.
Para el resto, la llegada del segundo admirador-imitador representa otro momento decisivo, ya que es la prueba de que el primero está (o debería estar) haciendo algo bien. Ahora ya no se trata de un loco solitario, ni de dos ridículos. Tres son multitud y la multitud rápidamente se convierte en noticia. Los posibles nuevos discípulos, los que observan en la distancia necesitan ver a los seguidores más que al solitario líder, porque los nuevos adeptos emularán, por imitación, a los seguidores iniciales y no al líder. Ahora vienen 2 más, y luego 3, 4, 5…, exponencialmente se multiplica logrando el impulso necesario para alcanzar un punto de inflexión: La creación de un gran movimiento social.
A medida que más gente participa y se une, ser un fiel seguidor ya no resulta arriesgado. Si antes la mirada expectante se encontraba detrás de la barrera, ya no hay razón para seguir allí. No van a ser ridiculizados, no van a destacar, pero formarán parte del grupo. Durante el tiempo que siga, el resto preferirá ser parte de la multitud ya que ahora quedarían discriminados si no se unen a la mayoría. 

Concluyendo, podemos afirmar que el liderazgo está sobrevalorado. Cualquier movimiento social se gesta con una persona que cree firmemente en algo y convierte su visión en acción. Y aunque sea él quien más tarde se lleve todo el crédito, le debe todo su status de líder a ese primer valiente que acató y compartió su creencia desde el minuto cero.
Así que, la próxima vez que encuentres a un loco solitario haciendo algo distinto e innovador y tengas el coraje de ser la primera persona en seguirlo, quizá tenga otro sentido la famosa frase que reza “no sos vos, soy yo”.



-Matt A. Hari-



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