Nicotina, Valium, Vicodina, marihuana, éxtasis y alcohol... Cocaína.
Josh Homme -Fell good (Hit of the summer)
No tenemos ni idea sobre drogas. No
quieren que la tengamos. Tanto es así que la clave sobre las sustancias
ilegales nos la tiene que dar una rata saturada de cocaína.
Adicción
Hace 100 años que la cocaína u
opiáceos como la heroína se declararon ilegales. ¿Qué problema tienen los
gobiernos con el hecho de que las personas consuman drogas? ¿Por qué son
ilegales?
Cuando pensamos en la droga que
más conocemos, el alcohol, vemos claro que de las personas que la consumen en
un bar, el 90% lo hace para sentirse mejor. Les ayuda a relajarse, conocer
gente y divertirse. Por supuesto en el bar también hay un pequeño porcentaje de
alcohólicos, que necesitan amor y cuidados.
Las drogas están prohibidas
porque mucha gente cree que si se levantase la veda, veríamos muchísimos más
adictos. Que veríamos niños drogándose. Es un sentimiento perfectamente
comprensible, solo que las experiencias en países en los que se han despenalizado
muestran que esto no es así.
Defendemos que la adicción a la
droga no funciona como pensamos que lo hace.
Pensamos que la adicción la
causan los componentes químicos de las drogas, pero no es así. Si te rompes la
cadera y te llevan al hospital, puede que te den un tratamiento con diamorfina,
que es heroína purificada usada como analgésico farmacéutico. Es un opiáceo
mucho más potente que la heroína que se puede comprar en la calle, porque no
está adulterado. Es decir, que si a nuestra abuela la operan de la cadera le
van a dar heroína. Lisa y llanamente.
Sí. Pero lo importante es que si
la teoría farmacológica de la adicción –aquella que dice que su única causa es
química– fuera cierta, nuestra abuela se convertiría en adicta a la heroína.
El psicólogo canadiense Bruce
Alexander explicó una vez que la teoría
clásica de la adicción viene de un experimento con una rata. A principios de
siglo pasado se encerró a una rata en una jaula con dos recipientes de agua.
Uno contenía agua corriente. El otro agua con cocaína. La rata prefería siempre
la bebida con droga y se mataba de una sobredosis rápidamente.
Décadas después, Alexander pensó:
“la rata solo tiene dos opciones”. Construyó una jaula a la que llamó Rat Park.
Ahí, la rata tenía un montón de comida, bolas de colores y otras ratas de las
que hacerse amiga, jugar y con quien tener sexo. Contempló fascinado cómo las
ratas ignoraban olímpicamente el agua con droga.
La adicción no la causa la
química de las drogas. La causa el aislamiento, la infelicidad y la desconexión
del adicto con su entorno. No son las drogas, es tu jaula. Las drogas, por el
contrario, son sólo una adaptación al medio.
Vietnam es otro ejemplo. Allí los
soldados norteamericanos usaron heroína. El gobierno tenía miedo de que cuando
volviesen el país se llenase de adictos.
Exacto. Hay estudios que hablan
de que el 95% de ellos dejaron de usarla. Ni siquiera necesitaron
rehabilitación. Si te sacan de una jungla hostil donde tienes que matar para no
morir y vuelves a tu casa de Kansas con tu familia es casi como si te ponen en
el Rat Park. Lo que querés es estar presente en tu vida real, no querés estar
drogado.
Los indios nativos americanos son
otro ejemplo. Sus tierras fueron invadidas y la gran mayoría fueron
aniquilados. Muchos de los supervivientes, traumatizados y encerrados en
reservas, se convirtieron en alcohólicos.
Lo contrario de la adicción no es
la sobriedad, es la conexión. Durante un siglo hemos estado lanzando gritos de
guerra a los adictos. Quizá sea hora de abrazarlos y cantarles canciones de amor.
Guerra
Hablemos de la guerra contra las
drogas. Hoy vemos el crack como veían la ginebra en el siglo XVIII. Totalmente. En aquella época veían la ginebra
como una droga demoníaca que secuestraba el cerebro de la gente. Lo que pasaba
es que muchos de los que bebían tanto vivían en arrabales miserables y tenían
vidas sin porvenir alguno. La ginebra, la droga en definitiva, no era causa de
ninguna crisis, sino su síntoma.
¿Y de dónde viene esta psicosis?
De Harry Anslinger, el hombre que
creó la Oficina Federal de Narcóticos en EE.UU. en 1930. Él promovió la guerra contra
las drogas tal y como la conocemos con dos firmes prejuicios: odiaba a los
adictos y a los negros. La cantante de jazz Billie Holiday, que reunía las dos
cualidades odiadas por Anslinger, fue una de las primeras víctimas de esta
persecución.
Podríamos decir que el bueno de Anslinger era
un buen surfista, pero necesitaba una
buena ola. Y esa ola era el miedo de los ciudadanos a negros y adictos.
Aquello, junto a cierta fobia a la libertad humana más radical, fue el comienzo
de la cruzada prohibicionista.
La guerra contra la droga crea
una inmensa violencia. Por ejemplo, si alguien roba alcohol en un negocio,
llamarán a la policía. El dueño del negocio no necesita ser violento. Si
intentas robarle cocaína a tu dealer, este no puede recurrir a la ley. Quien
maneja grandes cantidades de droga no puede permitirse pelear cada día, así que
tiene que intimidar, ser muy duro, para que nadie le derribe el negocio.
La guerra contra las drogas crea
una guerra por las drogas.
Si matas no solo a tus rivales,
sino a sus esposas embarazadas, tienes una ventaja competitiva en ese negocio.
Si además lo subes a YouTube, la ventaja es mayor. Si además les cortas la cara
a tus rivales y la coses a una pelota de fútbol que mandas a su familia, la
ventaja es aún mayor. Estos hechos verídicos y horribles, pero que responden a
estrategias empresariales, son los que genera la prohibición.
No hay trabajadores de Budweiser
matando a trabajadores de Heineken. Cuando se acabe la prohibición, se acaba la
violencia.
Legalización
En países como México o hace unos
años Colombia el narcotráfico ha puesto en peligro la viabilidad del mismísimo
estado. ¿Por qué los gobiernos no legalizan las drogas? ¿A qué le temen?
Esos gobiernos tienen miedo de
dos fuerzas. Una es la opinión pública del país. La gente corriente le tiene
miedo a lo que las drogas representan.
Sin embargo, hay otro miedo mucho
más potente. El que le tienen esos países al gobierno de EE.UU. Cuando un país
latinoamericano intenta cambiar las leyes sobre narcóticos, EE.UU. amenaza su
comercio y condiciona sus ayudas. Por eso tiene tanto mérito el desafío de Pepe
Mujica en Uruguay legalizando la marihuana.
Quizá el modelo que sirva de base
en un futuro es la despenalización de 2001 en Portugal...
Portugal tenía un problema gravísimo
en el año 2000. Un 1% de su población era adicta a la heroína. Hartos de ver
cómo el número aumentaba, decidieron probar la despenalización y destinar el
dinero que el Estado gastaba en encarcelar a los adictos a reconectarlos a la
sociedad mediante terapias y asistencia.
Dieron subvenciones a las
empresas que les contratasen, e incluso préstamos a los adictos para que
pusieran en marcha negocios. El objetivo era que tuvieran un motivo, que no
fuera la droga, por el que levantarse cada mañana. Quince años después, según
confirma el British Journal of Criminology, el número de heroinómanos en
Portugal ha caído un 50%. El consumo de droga del país está por debajo de la
media de la Unión Europea. Las sobredosis han caído sensiblemente y los casos
de HIV entre adictos han pasado del 52 al 20%.
Parece evidente que una solución
basada en el amor y la compasión funciona mejor que una de estigma y castigo.
Es importante diferenciar entre
despenalización y legalización.
Sí, la despenalización deja de
castigar a los consumidores pero a la vez les empuja a recurrir a bandas
criminales para comprar la sustancia. La legalización es un marco en el que
puedes comprar la droga por vías totalmente permitidas y en establecimientos
regulados como pueda ser una farmacia. Entonces: ¿despenalización o
legalización?
La despenalización es un paso
adelante pero no detiene la violencia que causa la prohibición. La legalización
sí. Las drogas. actualemente, están controladas por grupos armados y violentos.
Ahora y pensándolo bien: cualquier opción
legal es mejor que eso ¿no?
-Matt A. Hari-
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