Sesiones en vivo (XXIII), Hoy: Backyard Babies, Niceto Club / 24-03-2018


Salir a la ruta con el sol en alto, el viento en la cara, y que en la radio suene «Roads» de los suecos Backyard Babies equivale a que por un momento todo el universo tenga sentido.
Recorrer el largo camino para asistir al show de una de tus bandas favoritas –aquellas de tantas que pensaste nunca poder ver en vivo-, puede resultar una experiencia, como mínimo, muy interesante.
La noche en Niceto comenzó desde temprano con muchos fans acercándose a compartir expectativas, tragos y charlas acerca lo que vivirían pocas horas después. Apenas pasadas las 20.30 los soportes Camus, Kefren y Turbocoopers se encargaron de preparar la entrada para el plato principal de la noche.
Un recinto colmado casi en su totalidad fue el marco para lo que sería un show poderoso e íntimo, donde la banda alteró su lista de temas con honestidad brutal («sinceramente no sabíamos qué canciones tocar, por lo que vamos a hacer las que más nos gustan»), y vaya que sí lo hicieron. Tras un comienzo arrollador de la mano de «Made me Madman» y «U.F.O Romeo», dieron rienda suelta una seguidilla de su material más fino y clásico. El cuarteto sonó ajustado, y pese a que el sonido de la guitarra de Dregen podría haber estado más elevado, la voz aguardentosa de Nicke Borg se escuchó clara y fuerte durante los 90 minutos de show. El cantante estuvo mucho más animado de lo habitual y con excelente humor conducía a la banda con una cadencia envidiable. La base de Peder Carlsson y Johan Blomqvist sonó solida y sin fisuras para que Dregen diera rienda suelta a su tan particular estilo de tocar y moverse sobre el escenario. Con un look de pandillero neoyorquino de los años 30, su Gibson customizada y un arsenal de yeites marca registrada, el guitarrista bailó, arengó, vitoreó y literalmente hizo explotar a la audiencia cantando la ya clásica «Star War», dejando a más de uno con la boca abierta.
Sonaron fuerte «Highlights», «Dysfunctional professional», una sentida «Abandon», una muy coreada «Nomadic», la sorpresiva «Ghetto you», la ganchera «Heaven 2.9», y quizás el momento más emotivo de la noche de la mano de «Painkiller» ese himno a los perdedores co-escrito con Tyla de Dogs D´Amour que hizo erizar la piel con su letra y el magnífico solo de guitarra a cargo de Dregen. Tras el anuncio del lanzamiento de un disco nuevo para fin de año y de sólo dos canciones de su última placa «Th1rt3en or Nothing», el último tramo del show fue una verdadera aplanadora de Punk n´Roll, con la banda sonando a dientes apretados como en 1998 y dispuestos a volar todo por los aires de la mano de «Look at you» explotando por los parlantes. Faltaron varios clásicos, pero de haber sonado «Roads» el universo hubiera tenido, al menos para mí, aún más significado.
Los escandinavos se tomaron su tiempo para venir a mostrar lo que mejor hacen y el resultado fue verdaderamente grato. Se los vio (y escuchó) cómodos y contentos durante todo el show y la energía se transmitió también a todos los presentes. 
Al igual que los grandes amigos que soportan el paso del tiempo, la visita del cuarteto fue un verdadero festejo, con anécdotas que seguramente aparecerán cada vez que nombremos aquellos recitales que nos marcaron para siempre.
Larga vida a Suecia, larga vida al Rock N’ Roll y larga vida a los Backyard Babies.
Y a esperar su regreso.

M.S

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