Giros


Y daba vueltas y se sonreía
Y silbaba bajo por no molestar
Rodolfo Páez

Creemos, erróneamente, que nuestros caminos están hechos de rectas. Líneas imaginarias que marcan el rumbo a seguir, donde el terreno acompaña el dulce andar y la calma envuelve nuestros pasos. Nos acostumbramos a pensar en líneas: el tiempo, los rumbos, las distancias, las ideas, etc. Todo fluye en un continuo donde las metas son como los espejismos de agua que se forman en el asfalto los días de mucho sol. Internamente sentimos que podemos alcanzarlos  pero, porfiados, no nos resignamos a dejarlos ir.
Sabemos con certeza que el sol siempre sale, pero no podemos evitar preocuparnos con la idea sobre qué pasará mañana. Porque entre parpadeo y parpadeo, la luz se va; pero aún así confiamos en la magia que ese pequeño corte en el tiempo cambie el resultado de lo que tenemos enfrente nuestro.
La molestia de no saber qué va a pasar puede ser lacerante.
Y ahí es cuando comenzamos a pensar en giros.
Giros que siempre han estado allí como parte del paisaje y que de repente todo lo cambian. Los giros que nos dan envión y nos hacen recordar que tenemos otra forma de pensar y otra forma de vivir.
No queda mucho más que girar y girar. La vuelta puede ser divertida y hasta necesaria, porque el cambio, cambia con nuestra mirada y un nuevo universo se abre, más amplio, delante de nuestros ojos.

M.S

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los Andes “Obras cumbres” o la quimera hecha canción.

Todo amante de la música sabe con certeza lo difícil que es escribir una buena canción. Y cuando me refiero a ello no solo hablo de pe...