«Militantes de una utópica revolución, sin banderas detrás, sólo con corazón»
-Los Emocionados-
Siempre es grato encontrarse en un pub para ver una
banda en vivo, ya que ése fue siempre el propósito de esos tipos de bares:
algunas mesas, bebidas circulando, gente entrando y saliendo, y algún que otro
parroquiano conocido. Más aun cuando la banda que reúne a todas esas personas
celebra 13 años juntos con la presentación de su último disco de estudio
denominado, acertadamente, “la fábrica de buenos momentos”.
Con un lleno considerable, pasadas las 00:00 hs el
cuarteto hizo sonar los primeros acordes, en una seguidilla que repasaría toda
la obra con esa mezcla de ansiedad y entusiasmo por mostrar en público el arduo
trabajo de componer, elaborar, grabar y editar un disco de manera
independiente.
Pero ¿qué decir de «La fábrica de buenos momentos»?
Sus canciones son frescas y urgentes, acoplándose a
la perfección con los temas de sus previos lanzamientos. Se percibe una
atmósfera optimista muy necesaria en los tiempos que corren y «Los emocionados»
-quizás el tema que mejor representa esta nueva etapa, y del cual han hecho un
bonito videoclip-, reúne el ideario y el sonido forjado durante tantos años de
carrera.
A medida que transcurrían las canciones, el
ilustrador Gastón Villalva retrataba concentrado el concepto del álbum a un
costado del escenario como si fuera un músico más. Al finalizar el recorrido de
las 10 canciones que conforman el CD (entre las que se destacaron «Las
Semanas», «Los Olivos» y «Momentos luces»), abrieron la puerta a todos sus clásicos,
a modo de festejo con toda la gente coreando y agradeciendo tener una banda
“propia” que musicaliza sus días, y quienes no son estrellas de rock con un séquito
de guardaespaldas.
Son locales, como ellos. Gente como uno que cruzás por el
centro de la ciudad, en un taller, en el banco o en un negocio cualquiera. Eso,
lejos de ser una desventaja, produce una empatía que permite identificarse y
lograr que lo que cantan en sus letras no pase por realidades ficticias. Lo que
generan es cotidiano, pero filtrado con vuelo poético y una mirada un tanto más
sensible de las cosas que vivimos. Tras dos horas de show y casi 25 canciones, dejaron
el escenario con sonrisas en las caras, para festejar seguramente con más
presentaciones que sigan llevando a más oyentes esas músicas recién cocinadas;
siempre con el bolso al hombro, como aquellos laburantes que son, y que en vez
de herramientas, empuñan instrumentos.
A veces para acompañar un momento, otras para
olvidarse de todo y muchas para recordarnos que la música local aún sigue viva,
estos “emocionados” siguen luchando para que en cada barrio y en cada sala de
ensayo, la utopía se haga realidad a base de ganas y corazón.
Y definitivamente no es poca cosa.
Matías Sosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario